El c-LDL, el conocido como ‘colesterol malo’, es el principal factor de riesgo cardiovascular modificable. Basta con proponérselo en serio. Según la OMS, el 80% de los infartos, ictus y otros eventos podría evitarse controlando este y otros factores como la hipertensión arterial o el sedentarismo.
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte y discapacidad en Europa y en el mundo. En su origen intervienen muchos factores y todos pueden evitarse menos dos: la edad y la genética. El resto, la hipercolesterolemia, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad y la hipertensión arterial son evitables. La OMS estima que el número de infartos, ictus y otros eventos se reduciría en un 80% si se mantuvieran a raya estos factores de riesgo. La prevención cardiovascular es la mejor decisión relacionada con su salud que puede tomar una persona y la inversión más rentable que pueden realizar las administraciones sanitarias.
El colesterol LDL (c-LDL), conocido popularmente como colesterol malo porque se deposita en las arterias obstruyéndolas, es el principal factor de riesgo modificable. Según las guías clínicas europeas, hasta el 80% de los pacientes superan los niveles recomendados. Ese exceso provoca un envejecimiento prematuro de las arterias, de manera que una persona con una edad cronológica de 60 años puede tener unas arterias de 90, 100 o incluso más años. Su biología es la de un anciano en el último periodo de su vida, aunque su carné de identidad diga lo contrario. El problema es que, al contrario de lo que ocurre con las arrugas, ese envejecimiento no se percibe a simple vista.
El deterioro de las arterias es un proceso que empieza desde que nacemos, pero podemos intervenir en la velocidad con la que se manifiesta. “Cada vez somos más sedentarios y comemos peor, entre otros hábitos nocivos, lo que acelera el ritmo de deterioro y da lugar a largo plazo a eventos como ictus o infartos”, apunta Leopoldo Pérez de Isla, jefe de sección de la Unidad de Riesgo Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. La buena noticia es que ese daño es reversible. La herramienta para conseguirlo es la prevención cardiovascular tanto si no se ha tenido ningún evento como si ya se ha sufrido alguno.
Un ‘lifting’ sin cirugía para las arterias
“El objetivo de la prevención es evitar que nuestras arterias envejezcan antes de tiempo o que rejuvenezcan”, explica el doctor Pérez de Isla. Las arterias de una persona con el c-LDL por encima de los límites recomendados presentan depósitos de colesterol que ponen en riesgo su salud. Sin embargo, mantenerlo en los niveles que fijan las guías clínicas hace que esos acúmulos desaparezcan y con ello disminuya el riesgo de sufrir un ictus o un infarto.
Cada vez somos más sedentarios y comemos peor, entre otros hábitos nocivos, lo que acelera el ritmo de deterioro y da lugar a largo plazo a eventos como ictus o infartos.
A Miguel Ángel Fernández, miembro de la Federación Andaluza de Rehabilitados Cardiacos, los dos eventos que sufrió en 2014 y 2016 le cambiaron la vida. Entonces descubrió que eso que le pasaba a los demás podía pasarle también a él. “Fue una sensación traumática, pasas de ser capaz de casi todo a no poder hacer casi nada. El sentimiento de vulnerabilidad física y psicológica es brutal”. La rehabilitación cardiaca y el control de los factores de riesgo, en especial la hipercolesterolemia, le han quitado diez años de encima: “Estoy mejor que antes del infarto”.
Según las guías clínicas, en la población general el c-LDL debe situarse por debajo de 116 mg/dl. Sin embargo, los pacientes que han sufrido algún evento cardiovascular se consideran de muy alto riesgo y en este grupo los niveles de c-LDL deben ser inferiores a 55 mg/dl. Un tercer grupo lo integran las personas que presentan factores de riesgo pero no han pasado por ningún evento; en este colectivo el límite es de 70 mg/dl. Tanto en las personas con riesgo alto como muy alto, el c-LDL debe situarse, además, por debajo del 50% que tenía el enfermo basalmente. Para conseguir ese objetivo no solo se necesita dieta y actividad física, sino que resulta imprescindible la ayuda de la medicación. Leopoldo Pérez de Isla puntualiza que esos niveles “no han salido de la manga, son fruto de la evidencia científica que ha demostrado que cuando el c-LDL se sitúa por debajo de ese límite la placa de aterosclerosis empieza a desaparecer”. El doctor pone el foco también en la importancia de las nuevas opciones terapéuticas. “Hay pacientes de alto y muy alto riesgo cardiovascular que requieren nuevos fármacos que están a la espera de financiación. Ponerlos a su disposición podría evitar sufrir algunas complicaciones cardiovasculares”, asegura.
Uno de los problemas a los que se enfrentan los especialistas es la resistencia de muchos pacientes a tomar medicamentos, temerosos de los efectos secundarios que puedan tener. El doctor Pérez de Isla asegura que estos se dan en muy pocos casos y desaparecen transcurridos unos días. Manuel Ibáñez es un paciente experto vinculado a la Fundación Española de Corazón (FEC) y participa en numerosos cursos de formación con otros pacientes a los que transmite la importancia de la adherencia terapéutica. Sufrió un evento cardiovascular hace cinco años. “Desde entonces mi primera prioridad es hacer prevención para no volver al hospital y tomar la medicación es una parte imprescindible de ella”.
Lo natural no siempre es bueno
El estudio Ibericam señala que el 4,6% de la población presenta un riesgo cardiovascular alto o muy alto. En estos pacientes la medicación hipolipemiante puede salvarles, literalmente, la vida. Las pastillas que se quedan en el pastillero no curan. Pero hay personas que prefieren otras opciones contra las que alertan los especialistas. Recurrir a terapias naturales para bajar el c-LDL supone un riesgo para la salud, sobre todo, porque son menos efectivas que la medicación. Puede ser el caso, por ejemplo, de algunos suplementos de levadura roja, la cual necesita tener suficiente monacolina K –también conocida como lovastatina– para ser eficaz. El hecho de que algo sea natural no garantiza que sea bueno para abordar un problema de salud, puede ocurrir incluso que sean muy perjudiciales. Hay productos que son muy naturales, como la cicuta, pero resultan letales.
Poner en riesgo la salud cardiovascular no es un problema menor. La mejor opción para evitar que se produzca o se repita un evento cardiovascular es la prevención. Leopoldo Pérez de Isla recomienda tres reglas de oro para conservar y recuperar la salud de las arterias y hacer desaparecer de ellas los depósitos de c-LDL: “Evitar los factores de riesgo, llevar una vida cardiosaludable y, si se necesita, cumplir con la medicación prescrita”.
Fuente: ABC