Los infartos de miocardio aparecen en personas que tienen los denominados factores de riesgo.
El infarto agudo de miocardio es un síndrome coronario agudo que, de acuerdo con los especialistas, se caracteriza por la aparición brusca de un cuadro de sufrimiento isquémico (falta de riego) a una parte del músculo del corazón ,producido por la obstrucción aguda y total de una de las arterias coronarias que lo alimentan.
El infarto se reconoce por la aparición brusca de los síntomas característicos, según indicó el especialista en el Departamento de Cardiología de la Universidad de Navarra, el doctor Juan José Gaviria Gómez, quien precisó que se trata de: dolor intenso en el pecho, en la zona precordial, sensación de malestar general, mareo, náuseas y sudoración. El dolor puede extenderse hacia el brazo izquierdo, a la mandíbula, el hombro, la espalda o el cuello.
Asimismo, el galeno advirtió que aproximadamente la mitad de los infartos aparecen sin síntomas previos, o sea, que el infarto es la primera manifestación de la cardiopatía isquémica.
«Otras veces, en cambio, unos meses antes de tener el infarto, el paciente presenta molestias precordiales, sensación de malestar, cansancio, mayor irritabilidad, e incluso molestias de estómago, lo cual hace confundir los síntomas de infarto con los procedentes de otros órganos», manifestó.
¿Cuál es el pronóstico tras un infarto?
Para el doctor Gaviria Gómez, la mayoría de los pacientes que padecen un infarto agudo de miocardio se recuperan con rapidez y lo suficiente como para poder desempeñar una vida prácticamente normal.
Los pocos que no lo consiguen también pueden ser sometidos a procedimientos de revascularización percutánea o ser intervenidos, con lo que se consiguen recuperaciones muy aceptables.
«La única diferencia entre el paciente que ha presentado un infarto, con respecto al que no lo ha tenido, es que se debe ser mucho más estricto en lo relativo al abandono del tabaco, la práctica de ejercicio físico regular, la alimentación adecuada (incluyendo restricción de grasas de origen animal y mantenimiento del peso correcto), así como el control de las cifras de tensión, de colesterol y de azúcar en sangre», explicó.
¿Quién puede sufrir un infarto?
El especialista continuó explicando que buena parte de los infartos de miocardio aparecen en personas que tienen los denominados factores de riesgo.
«Estos son, aparte de una cierta predisposición familiar y de la edad, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes y las alteraciones de las grasas en sangre (colesterol)», dijo.
¿Cómo se diagnostica un infarto de corazón?
El especialista ratificó que el infarto de miocardio se reconoce por la aparición brusca de los síntomas característicos: dolor intenso en el pecho, en la zona precordial, sensación de malestar general, mareo, náuseas y sudoración. El dolor puede extenderse al brazo izquierdo, a la mandíbula, al hombro, a la espalda o al cuello.
Se debe acudir inmediatamente al médico si se tiene un dolor extraño en el pecho, (más intenso que el de una angina típica) y que dura 5 minutos o más.
Con un electrocardiograma se demuestran alteraciones evolutivas típicas, y con analítica se valora la elevación de los niveles en sangre de las enzimas cardíacas. Se debe realizar también una radiografía de tórax para ver si el corazón está agrandado o si hay líquido en los pulmones.
¿Cómo se trata el infarto de corazón?
El galeno indicó que algunos de los tratamientos que se inician de inmediato, si se sospecha un ataque cardíaco, incluso antes de que se confirme el diagnóstico, son el oxígeno, la aspirina, para evitar más formación de coágulos de sangre, y la nitroglicerina, para disminuir el trabajo del corazón y mejorar el flujo de sangre a través de las arterias coronarias.
Para el tratamiento de un ataque cardíaco se pueden usar varios tipos de medicinas, tales como:
-Trombolíticos: se usan para disolver coágulos que estén bloqueando las arterias coronarias.
-Betabloqueantes: disminuyen el trabajo que tiene que realizar el corazón y sirven para prevenir otros ataques cardíacos.
-Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina: bajan la presión arterial y disminuyen el esfuerzo que tiene que hacer el corazón.
-Anticoagulantes: hacen que la sangre sea menos espesa y previenen la formación de coágulos en las arterias.
-Antiagregantes plaquetarios: impiden que las plaquetas se junten unas con otras y formen coágulos indeseados.
Además de los factores de riesgo señalados, se debe tener en cuenta que el estilo de vida en la actualidad está llevando a que aparezcan nuevos factores de riesgo cardiovascular, tal como el estrés, la apnea del sueño, la contaminación y el consumo de drogas, lo cual también se debe evitar.
Fuente: Medicina y Salud Pública